
Actualmente hay en el mundo un total de 420 asentamientos y campos de refugiados repartidos entre 126 países, según datos de UNHCR ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados.
Lo más preocupante, según datos de Naciones Unidas de 2015, es la existencia de unos 65 millones de personas que viven en campos de refugiados, una cifra superior al número de refugiados registrados después de la Segunda Guerra Mundial, hace más de 70 años.
Los mayores campos están en África, siendo los más importantes Dadaab, en Kenia con 260.00 somalíes y Dollo Ado en Etiopía con 220.000 la mayor parte somalíes que es origen de la mayor población desplazada.
Uno de los principales problemas de los campos de refugiados es garantizar un mínimo de condiciones sanitarias para evitar la proliferación de enfermedades.
Por ello, la gestión del agua es un tema vital y que acostumbra a ser la primera toma de contacto entre ACNUR y la población afectada. Incluso la elección del emplazamiento se busca que sea en un terreno con suaves pendientes para impedir la acumulación de agua de lluvia en la superficie del terreno.
También se intentan identificar las posibles fuentes de abastecimiento de agua cercanas, con el objetivo de determinar cómo transportarla y cuál es la calidad del recurso para analizar los tratamientos necesarios.
Normalmente el tratamiento es la desinfección con cloro y la forma de transporte depende de la distancia para decidir hacerlo mediante camión cisterna o bien con estructura fija a base de tuberías.
Las dotaciones de agua en la construcción de un campo de refugiados varían en función de las situaciones a las que se tiene que hacer frente. De un modo inicial, cuando se afronta una fase inicial de emergencia, se intenta garantizar una dotación de 5 litros/persona/día. En la siguiente fase, cuando la situación sea menos crítica, esta dotación pasa a incrementarse hasta los 15-20 litros/persona/día. Para saber si es mucho o poco, tengamos en cuenta que la cantidad de agua mínima recomendada por la Organización Mundial de la Salud es de 100 litros/persona/día. En el caso de las dotaciones de agua para usos hospitalarios, se pretende garantizar unos 200 litros/habitante/día.
En lo que respecta al saneamiento y depuración de las aguas residuales, se aconseja la construcción de letrinas en zonas alejadas de las fuentes de agua para consumo, aunque también se deben construir estas instalaciones lo más cercanas posibles a las zonas donde se encuentran los refugiados, para favorecer que realmente se usen. Normalmente son pozos negros que una vez llenos se tapan con tierra y se abren otros a continuación.
De media, se aconseja que haya una letrina por familia y, en caso de que esta cifra no sea posible, lo recomendable es una letrina para unas 20 personas. Además de estas cifras, el saneamiento debe tener en cuenta las costumbres y factores sociales de los refugiados, ya que algunas culturas no aceptan hacer sus necesidades con la posibilidad de que la gente les vea.
Un panorama lamentable para el siglo XXI que hay que tener en cuenta para reclamar a los políticos la solución de los muchos conflictos bélicos que hay en el mundo y que son la causa de que existan 65 millones de desplazados.
IC-LI seguirá cooperando para el desarrollo, aportando nuestro granito de arena para conseguir la mejora de las condiciones de vida de las personas de los países más empobrecidos.